El nuevo propietario de Twitter ha tomado acciones desde el primer día de su compra. Cada medida es un desacierto más y profundiza la crisis de la red social.

Desde 2006, año en el que se consolidó como una empresa, Twitter se ha convertido en una de las redes sociales más relevantes. No hay evento mundial o noticia que no se comente en la plataforma del pájaro azul, cuya inmediatez cubre un hecho mucho más rápido de lo que cualquier medio de comunicación desearía.
No obstante, las cosas no han ido muy bien para Twitter en los últimos años. A diferencia de otras redes sociales como Tik Tok o Instagram u otras empresas de tecnología, esta plataforma no logró incrementar sus ganancias. Los conocidos como «Heavy twitters»; es decir, los usuarios más activos de la plataforma, y que son responsables del 90% de los tuits y de las ganancias de la compañía, apenas representan el 10% de los usuarios mensuales de la red social. Además, en los últimos años ganó la mala reputación de ser una plataforma en donde imperan los insultos, el acoso y la toxicidad de internet.
Es en este momento de crisis en Twitter donde aparece la figura de Elon Musk, el hombre más rico del mundo. Tras un largo periodo de negociaciones e incluso demandas, Musk obtuvo el completo control de la compañía hace casi dos meses, tomando como primera decisión el despido de sus principales ejecutivos, denotando que se venían cambios drásticos para la empresa.
Con toda su experiencia como CEO de grandes empresas como SpaceX, Starlink y Tesla, Musk pretende capitalizar la compañía, autodenominándose como el salvador de esta. No obstante, las medidas que ha propuesto y aplicado no han sido del agrado de todo el público, y por lo que parece terminaran hundiendo a Twitter en un fosa mucho más profunda de lo que ya se encontraba.
El primer gran cambio que propuso Elon Musk como dueño de Twitter aplicó en el sistema de verificación, que por ahora sigue evitando la suplantación de identidad en esta red social. Inicialmente, surgió en el 2009, de forma gratuita para identificar y diferenciar los perfiles oficiales de usuarios reconocidos a nivel mundial de cuentas falsas, otorgándoles el conocido check azul.
Musk propone la modificación de dicho sistema, asociándolo con la suscripción a Twitter Blue, servicio de pago que estuvo disponible desde el 03 de junio de 2021 en Estados Unidos, Nueva Zelanda, Canadá y Australia. Este permite a los usuarios contar con más funciones, como la edición de sus tuits o la eliminación parcial de publicidad, a cambio de un pago mensual de 4.99 dólares.
Pese a dichos beneficios, no habría tenido los suficientes suscriptores, por lo cual los ingresos de esta red social todavía dependían de la publicidad. Así, el plan de Musk implicaría el pago de esta suscripción a 8 dólares para que los usuarios obtengan o conserven su check azul.
El empresario finalmente lanzó dicha medida el 09 de noviembre pese a ser criticada por muchas figuras como Nu Wexler, ex jefe de comunicaciones de política global de Twitter, quien declaró a BBC que esta medida favorecería la difusión de la desinformación.
Días después, se vio obligado a suspender la suscripción a Twitter Blue. La causa: La proliferación descontrolada de perfiles suplantando a marcas reconocidas como Pepsi o Nintendo. Esto se debió a que, como era previsto por muchos expertos, diversos usuarios pagaron la suscripción, obtuvieron el check azul y se cambiaron el nombre sin la previa identificación.
Mario flipped off Twitter for nearly two hours with the blessing of Musk’s "verification" https://t.co/eTwGrv0PsR pic.twitter.com/abuIrLGNel
— The Verge (@verge) November 9, 2022
Paralelamente, se presentaron fallas en Twitter Blue, algunos usuarios manifestaron que no era posible acceder a esta; así como la aparición y desaparición constante de la «etiqueta oficial». Entre los presuntos motivos se encuentra que Twitter realizó esto de forma intencionada con el objetivo de frenar el incremento desmedido de perfiles falsos.
Dicha tarea no fue tan sencilla, ya que según Taylor Hatmaker, muchas de estas cuentas se mantuvieron activas durante un buen tiempo antes de ser detectadas. Aparentemente, la única forma de saber la originalidad de la cuenta era el check azul, que indicaba si era pagado por suscripción o no.
Tras los resultados de este primer intento, Musk comunicó vía Twitter que este proceso de verificación regresará este 29 de noviembre. Además, su disponibilidad en diversos territorios se dará progresivamente.
A diferencia del anterior, los cambios de nombres de usuario tendrán más restricciones, sobre todo a aquellos que infrinjan las normas de la plataforma, incluyendo la suspensión permanente del usuario. Por lo que el nuevo plan buscará remediar el traspié, pero el sabor amargo de las quejas de aquella decisión aún siguen vigentes.
Es claro que el multimillonario no pierde tiempo para seguir optando por malas decisiones. También su plan de limpieza en las oficinas de Twitter es un ejemplo de ello. Despidos masivos se ejecutaron días después de su apoderamiento de la red social. Para Musk, estos se dieron porque nunca han contribuido en el desarrollo de los objetivos ni en las metas que él busca.
Tres días después de su compra, su primera acción fue, a través de un movimiento sigiloso, mover a los miembros de la junta directiva, dejando inválido el poder administrativo dentro de la empresa que poseía el acceso a herramientas de comunicación de la red social. Consolidando su control total de la red.
Poco después, el 4 de noviembre se pronunció sobre los continuos despidos que realizaría. Cerca del mismo día, miles de empleados en la mañana se vieron comprometidos por un mensaje en sus correos. Musk buscaba buenos resultados, y para amortiguar un golpe en la compañía, optó por cerrarla y suspender las tarjetas de identificación para evitar problemas de seguridad.
La maniobra empezó a dar resultados, aunque durante el masivo exilio, algunos empleados que habían sobrevivido del desafuero laboral, fueron captados en fotos descansando en sus oficinas. La compañía empezaba a tambalear ante la falta de personal debido a las nuevas exigencias del magnate por la falta de manos, por lo que se vio obligado a aumentar los horarios de trabajo.
La usuaria @evanstnlyjones fue la responsable de twitear la mantenimiento laboral de los trabajadores en la compañía. Foto: @evanstnlyjones
La medida terminó por derivar en un contragolpe. Durante las dos últimas semanas se empezaron a acentuar los problemas laborales; y sumando los despidos, muchos trabajadores decidieron abandonar la compañía al darse condiciones muy exigentes. Para rematar, algunos desempleados empezaron a rechazar el movimiento de Musk mediante intentos de boicot, ya que no habían sido alertados de sus despidos con meses de anticipación.
Para Musk, esta situación era una oportunidad para calmar el problema que había generado. O al menos eso pensó cuando lanzó un ultimátum a todo el personal el último miércoles. O acatar las excesivas horas de trabajo, o terminar renunciando a la empresa con una indemnización de tres meses.
El caótico anuncio terminó con la dimisión en masa de trabajadores, quienes optaron por renunciar, descontrolando aún más la fuga del personal. «Los mejores se quedan, así que no estoy preocupado», twitteaba Musk antes de anunciar su ultimátum.
The best people are staying, so I’m not super worried
— Elon Musk (@elonmusk) November 18, 2022
Durante esta situación, la comunidad de su red social tampoco ha sido complaciente con su actuar; tras el anuncio del ultimátum, se empezó a hacerse tendencia #RIPTwitter. Un duro golpe más para el CEO de Tesla, que hasta ahora no logra mejorar la situación laboral de su compañía.
Mientras tanto, aún no hay un conteo oficial de los despidos masivos, sin sumar los que han renunciado. Esto empeora aún más su situación desde que recientemente siete senadores buscaron abrir un proceso de investigación en su contra. Lo cual ha generado desconfianza, aunque el dueño sigue mofándose de las acciones que se han tomando, pidiendo que se enfoquen en otros problemas.
— Elon Musk (@elonmusk) November 18, 2022
Estas situaciones no deben tomarse con asombro, Musk presenta antecedentes que demuestran que es una persona que siempre buscará limpiar cualquier rastro de error en sus decisiones. A comienzos de marzo de este año, en el contexto del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, Musk twitteó que algunos gobiernos le habían pedido a Starlink, su compañía proveedora de servicios de Internet, que bloquee los sitios de noticias rusos.
El empresario continuó con un hilo mencionando que no haría tal cosa, disculpándose por ser un «absolutista de la libertad de expresión». Esta faceta de Musk es tan común desde antes de ser el dueño total de la red social. Siempre se quejaba constantemente de la forma en que Twitter callaba las voces divergentes, la de él incluida.
As Twitter pursues the goal of elevating citizen journalism, media elite will try everything to stop that from happening
— Elon Musk (@elonmusk) November 11, 2022
Pero qué tan beneficiosa sería la nueva administración del autodenominado «absolutista de la libertad y de expresión» en una red social que de por sí ya se caracterizaba por presentar problemas de acoso y bullying entre sus usuarios.
Según sus propias palabras, Musk entiende por libertad de expresión a todo aquello que tenga cabida dentro de la ley, desaprobando toda censura que vaya más allá de esta. Esta concepción deja en punto incierto a los insultos y mensajes de odio, limbo que es aprovechado por los usuarios más nocivos de la plataforma.
Prueba de ello es que, según un estudio realizado por El Centro para contrarrestar el odio digital, el número de tuits que contienen uno o varios insultos hacía personas de raza negra, trans y homosexuales se incrementó en la semana que transcurrió desde que Musk compró la compañía. En consecuencia, estos colectivos popularizaron #Twittermigration, el cual impulsó a los usuarios a mudarse a plataformas con mejores filtros de contenido, disminuyendo el reducido público que tiene Twitter.
Otro problema relacionado con los nuevos estándares de moderación de contenido más flexibles en la plataforma es la desinformación. Esto es algo de lo que ni el propio actual CEO de Twitter está libre, pues en octubre en una respuesta a Hillary Clinton, Musk en uno de sus tuits dio veracidad a una página web conocida por sus informaciones falsas, alcanzó más de cien mil me gusta y decenas de miles de retuits y comentarios antes de ser eliminado. Adam Kinzinger, congresista por Illinois, twitteó al respecto: «¿De verdad? El nuevo dueño de Twitter está difundiendo la teoría de la conspiración... incluso diciendo que hay una pequeña posibilidad».
Esta reducción de filtros de lo que se puede o no publicar en Twitter, no solo pone en riesgo la reputación de la red social, sino que también asusta a los anunciantes, principal fuente de ingresos de la compañía. Ejemplo de ello fue la empresa estadounidense General Motors, la cual suspendió de modo temporal su publicidad en la red social.
Desde la compra de esta popular red social por parte de Musk, Twitter atraviesa por, posiblemente, su momento más crítico desde su creación. Con la imposición de cambios en su gestión y el manejo de la verificación de cuentas, el recorte del personal y la poca moderación de contenidos han generado consecuencias trágicas, pero predecibles para la red del pájaro azul.
Poco antes de ejecutar los cambios, el empresario twitteó que estos traerían poder «para el pueblo», el mismo que está migrando de Twitter, al no querer pagar por un check azul o seguir conviviendo en un entorno donde se desdibujan las barreras entre la verdad y la desinformación.
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